miércoles, 25 de agosto de 2010

Picapedrero

La sociabilidad en
Gabriel Jiménez Elíes

El hombre, se hizo necesariamente sociable, para convivir entre sus semejantes, a esa sociabilidad la llamó Aristóteles “El politikon”, es decir, el saberse mover en su medio con inteligencia, lógica y estrategias. Esas características de “sociabilidad y de politikon” las tuvo el muy barquisimetano Gabriel Jiménez Elíes. No nos cuesta en lo absoluto escribir acerca de la personalidad de este personaje, no solo por haberle tratado desde muchacho, conocido como hombre y ciudadano, sino porque ante la debacle moral de la actual sociedad venezolana su desaparición nos alerta en torno a, lo que nos queda, porque Gabriel Jiménez Elíes, típico molde de sus padres formado en una sociedad aún de respeto apegado a sus tradiciones, supo adaptarse a los vaivenes de nuestro tiempo, sin hacerse eco de odiosas vanidades a extremos que hizo de la humildad, una conducta irreprochable, dejando como escribiera Luis Rodríguez Moreno, “entre nosotros una imborrable huella”

Gabriel Jiménez Elíes, fue nuestro amigo en las correrías juveniles y admirado como campeón de los carrito Ymca, gordito, simpaticón, cuyo triunfo nacional, nos agrado a todos, la envidia entonces, fue el don de gente, de quien los triunfos, eran compartidos sin impertinencias, la solidaridad oportuna en el dolor y la alegría, permitiéndole cultivar amistades que, lo ubican entre los personajes barquisimetanos, más interesantes de las últimas décadas del siglo XX y la primera del XXI, equiparable a esos viejos inolvidables entre muchos Raúl Asparren, Jesús María Rodríguez Oropesa, Jesús María Bermúdez, Miguel Antonio Guerra Falcón, prototipos de esa sociabilidad de la que nos hablara Manuel Carreño, que a su edad, pareciera extraño frente al ego de los engreídos ricachones de mampostería y avalistas de chequeras sin fondo.

Gabriel Jiménez Elíes, fue un barquisimetano al que, se le podía identificar con el Obelisco, por su disponibilidad al afecto, con la pequeña “Mavare”, por las notas musicales que de nuestra ciudad plasmaron sus compositores ¡Ah! con el deporte a extremos que hoy, ya fallecido, puede otorgársele el título de, Campeón de la Sociabilidad.

Cuando escribo este Picapedrero, recuerdo la admiración, que de Gabriel Jiménez Elíes tuvo mi madre, en cuyo final de su novenario, me expresara, que había sido una gran mujer y mi agradecimiento siempre fue, al encontrarme con su madre, doña María de Lourdes, preguntándole ¿Dónde está, el hombre, más sociable de Barquisimeto?

De la muerte, en verdad, lo que nos preocupa es, su atrevida e inesperada presencia, Salvador Garmendia declaró una vez, que no le preocupaba, porque la cargaba siempre atrás y el gran Pio Tamayo escribió …”la muerte, la muerte, ha venido a visitarme y le pregunte sonriendo ¿Cuándo vamos a pasear? De manera que, estamos convencidos que, fuimos tomado de la tierra de la que vivimos golpeándola, maltratándola, ¿cuándo le sembramos un árbol, para que se nutra de sus raíces? Pues bien, a esa tierra tenemos que regresar y el más fino ataúd, no podrá resistirse al reclamo de lo que es de la tierra pero hombre al fin, con su genialidad vence a esa tierra, que no puede borrar el recuerdo de quien por su paso fue noble, dicha que no todos tenemos, pero imposible dejar pasar, en un hombre como Gabriel Jiménez Elíes y para quienes le tratamos, es difícil, dejar de recordarle y de verle, en precisamente en los momentos de alegría y tristeza.

Se marcho pues Gabriel Jiménez Elíes, y como el tango, “sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando”. La sociedad barquisimetana perdió a uno de los suyos, esos que dan ganas de vivir y de pensar, cuando sentimos que pareciere no tener sentido la vida en una sociedad maltrecha, donde la corrupción es la meta de los políticos y la delincuencia el desahogo del excluido, porque vivimos a prisa, sin la debida pausa de que, al final, tenemos que rendir cuentas y la vida no es, solo frivolidad, sino crear y producir, todos los días del mundo, para el legado a los nuestros, asegurándoles prosperidad, bienestar que al final, nos haces felices. Por ello, la muerte nos hace comprender esas cosas que olvidamos fácilmente, pero pensemos más que por nosotros, por lo que dejamos y la Venezuela de nuestro tiempo, nos está reclamando sindéresis que se nos recuerda, cada vez que tenemos que entendernos con la muerte y la de Gabriel Jiménez Elíes es otra oportunidad para la reflexión que a él, no le fue extraña, le preocupaba como a todos, la suerte de Venezuela, sin haber sido político de oportunidades, más si, militante de la convivencia en sociedad

Pierde pues, Barquisimeto, a un gran barquisimetano, como pierde Venezuela a diario hombres y mujeres, niños y ancianos, cada minuto por una inseguridad desbordada y un gobierno impotente. La muerte, nos arrebato este año, a otros grandes sociables, don Abrahán Giménez, Rafael Miguel López y a esas doñas, Lourdes de Garmendia y Josefina de Natera y no menos, para llorar a la niña María Gabriela Galindo Yepez, de cuyas ofrendas las hacemos nuestras encomendándoles a aquellos, guiárnosla en el infinito, al encuentro con el Gran Arquitecto del Universo.

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