Picapedrero

Ciudadano, ciudadana
¡Respétese!

“Que ninguno sea lo bastante rico para comprar a otro
y ninguno, lo bastante pobre para verse obligado a venderse”
(Yo el Supremo de Augusto Roas, pág. 134)

Fue Simón Bolívar que dijera:… “que prefería el titulo de ciudadano que el de Libertador porque aquel emanaba de las leyes y otro de la guerra”. Después de él, solo el presidente Rómulo Betancourt le dio tal importancia a ese calificativo, que al dirigirse al pueblo lo llamaba “conciudadanos “ De allí la importancia no solo de serlo, sino de sentirse ciudadano, que por no haberse formado ciudadanos, somos un “gentío” como una vez me lo dijera el doctor Eligio Anzola Anzola y por tanto se nos irrespeta, se nos violan derechos y de paso, sino somos “compañeros” “camaradas” o “compatriotas” se nos niega el pan y el agua. Al respecto sostenemos que, el más rotundo fracaso de la Venezuela republicana ha sido, precisamente en no haber formado ciudadanos, dado que antes fuimos “súbditos del Rey de España”. Es cierto que nuestros libertadores se propusieron a ello, el mismo Bolívar con su ”Moral y Luces”, Francisco de Miranda, Andrés Bello, Juan Germán Roscio, Miguel José Sanz y Simón Rodríguez, por citar solo algunos de los hombre pre independentistas que nos dejaron propuestas, por cierto Rodríguez consideraba estúpido, identificarse o llamarse “patriota”. Agreguemos a la precedente realidad, la esclavitud, el racismo, el mantuanismo, el odioso calificativo de “plebe” y el no menos simpático de “pueblo”, bandera en mano que acarrea milongas para ganárselo y enfranerarlo.

En la lucha por la independencia se le ofreció a los hombres tierra para su cultivo, en las dictaduras se les recluta con dadivas y en la democracia corrupta, simplemente se les compra y se hace con ello “clientelas”. En la Acción Democrática de la decadencia, por ejemplo en el estado Lara, hubo “lunistas” y doristas”. En Copei, quien no era “calderistas” sencillamente no era copeyano y en esa aberración que llaman “chavismo” además de prenderle velas al “comandante” se es “reyesista, falconcistas o amáliense” al final si no se es chavista somos “escuálidos” con lo cual la ciudadanía y los derechos que tenemos como ciudadanos venezolanos, por nacimiento o naturalización no es más que letra muerta y mientras no rescatemos el sentido, el valor de ser ciudadanos o ciudadanas, seremos simplemente unas marionetas de los políticos que a conciencia de aquello, de la importancia de la corrupción para mantenerse en el poder nos seguirán utilizando a unos y aprovechándose de los otros, esos mismos militantes “parasito” de AD y Copey ayer. y hoy, del PSUV.

De la ciudadanía y de la importancia de ser ciudadano nos hablaron en la antigüedad, los griegos, Platón y Aristóteles, pero en la Biblia hay un versículo que define el derecho a ser ciudadano, cuando unos centuriones azotaban a Pablo y leamos: Hechos 22: …”Cuando le tenían estirado con las correas dijo pablo al centurión que estaba allí –os es lícito azotar a un ciudadano romano sin haberle juzgado? -- Al oír esto el centurión fue donde el tribuno y le dijo ¿Qué vas hacer? Este hombre es ciudadano romano. Acudió el tribuno y le pregunto ¿Dime eres ciudadano romano’ –Si -- respondió --Yo, dijo el tribuno, conseguí esta ciudadanía por una fuerte suma – Pues yo, contesto Pabló, la tengo de nacimiento -- Al momento se retiraron los que iban a darle tormento. El tribuno temió al darse cuenta que le había encadenado siendo ciudadano romano. Es decir era no solo u derecho ser ciudadano sino que se le respetaba.

Sería entonces después de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, tras la revolución francesa de 1789, cuando se asume universalmente el concepto de ciudadanía que los venezolanos de la Independencia harán suyo y es así, como en la primera Constitución de 1811 se instituyó en el artículo 195 que: … “Ningún es hombre de bien ni buen ciudadano si no observa las leyes fiel y religiosamente, si no es buen hijo, buen hermano, buen amigo, buen esposo y buen padre de familia” y en el Art. 198 se dispuso…”la instrucción a todos los ciudadanos”. La Constitución de 1819 fue mucho más allá, al dictar los “Derechos y Deberes del Hombre y del Ciudadano”, para aquel tiempo dividió a los ciudadanos en activos y pasivos, estos últimos no ejercían el derecho al sufragio. Esa misma Constitución declaró las condiciones para que un ciudadano fuese detenido, destacándose que ello debería estar precedido por una orden, firmada por un juez. Por su parte la Constitución de 1914 consagró que: “No se dará otro tratamiento oficial que el de “ciudadano “y “usted”. Las constituciones democrática de 1947, 1961 y 1999 ampliaron a su máxima expresión el concepto de ciudadanía, más aún la de 1999, esa que ahora, desprecia el presidente Hugo Chávez, llamándola “La Bicha” y para quien no existen “ciudadanos o ciudadanas” sino chavista y escuálidos.

La Constitución de 1999, vendida al mundo como la “mejor” es ahora una “bicha,” a la que quiso reformar y los ciudadanos y ciudadanas se lo negaron para lo cual respondió escatológicamente. Ahora pretende de nuevo modificar la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, mediante una Ley Habilitantes, cuyo “espíritu, propósito y razón” será su capricho, refrendado después por la Sala Constitucional, que preside la prontuaria. Todo indica entonces, que quedaremos huérfanos de la “ciudadanía” dado que se estimara como ciudadanos a todos aquellos que estén con esa aberración ideológica y ética que se llama proceso robolucionario.

Queda el derecho a la reacción por la “ausencia de conciencia ciudadana y de pedagogía política” como dice el historiador Germán Carrera Damas, ¡claro! huérfana de un liderazgo moral, político y ético, frente a lo cual propongo, leer mil veces la Constitución, explicársela con sencillez a todos los ciudadanos y ciudadanas, porque de su comprensión sabremos, que en ella está el porvenir de Venezuela, lo contrario es indigno de la venezolanidad y habrá que enrostrárselo como tal, a quien juegue a ello.

NOTA: Una vez aprobada la Ley Censura, “Picapedrero” circulara en la calle y se verá impreso, en paredes abandonadas.