miércoles, 3 de diciembre de 2008

Picapedrero


El nacionalista
Arturo Hernández Grisanti

Mientras el teniente coronel Hugo Chávez Frías promueve un baño de sangre con el aval de la Fuerza Armada de la República se nos muere el doctor Arturo Hernández Grisanti de allí que pensamos que el sentimiento que expresara Juan Vicente González, sobre la tumba de Fermín Toro -- ha muerto el último venezolano-- tuvo sus razones que, bien pueden repetirse en la medida en que, se nos mueren esas mujeres valiosas como hace un año, Dori Parra de Orellana en Barquisimeto, dejando una ausencia de ética política a cuyos resultados electorales del pasado 23 de noviembre me remito. Igual pudiéramos decir, justo, cuando se derrumba el precio del barril petrolero de Venezuela, y la crisis que se nos avecina, ante el fallecimiento de Arturo Hernández Grisanti, el último técnico y estudioso de la política petrolera que tuvo Acción Democrática, aprendida de un maestro en la materia, Juan Pablo Pérez Alfonso y con Hernández Grisanti, más joven, Celestino Armas, quienes desde sus curules como diputados, expresaron con pasión venezolana la defensa de la industria petrolera sobre la base de precios justos, inversiones a tiempo para la exploración y explotación y sobre todo prudencia y celo en el manejo del ingreso por las exportaciones. ¿Donde están sus sustitutos?

El día que, en Venezuela se estudie el pensamiento de quienes durante el siglo XX expusieron sus ideas en relación a la industria petrolera, el nombre de Arturo Hernández Grisanti estará entre los primero. Discursos, escritos, conferencias, clases magistrales constituyen fuente de quienes quieran saber en qué momento comenzó la indigestión económica venezolana, el abandono de sus grandes extensiones de tierra para el cultivo la cría en general y entenderán entonces ¿el por qué de aquel celo nacionalista? Las razones para haber impulsado la creación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, (OPEP) “como mecanismo regulador de la producción” al decir del presidente Rómulo Betancourt y “firme en la defensa de los intereses de los países exportadores” y no como desestabilizadores del mundo al servicio de fundamentalismo y personalismos.

El derrumbe en los precios del petróleo que afectara Venezuela es ¡por confiaos, se lo dije compa Juan, por confiados! según la leyenda del Silbón. Por la década de los cincuenta del siglo XX, ya el gobierno de los EEUU, había participado a Venezuela de una restricción en sus importaciones que se repitió durante la primera presidencia del doctor Rafael Caldera, y para entonces, Arturo Hernández Grisanti expresó en nombre de Acción Democrática: “Este es un problema nacional que debe ser resuelto con sentido, con ánimo y con espíritu nacional” … el petróleo es base pilar y palanca del desarrollo económico, fundamento de la estabilidad institucional democrática y se preguntó ¿Qué sería de Venezuela si una audaz estrategia de empresas operadoras por mejorar su poder de contratación bajara la producción, no por uno, sino por tres o cuatro años consecutivos? En lo sucesivo, subían y bajaban los pecios del crudo, una y otra vez Venezuela desfrutaba de su bonanza petrolera y los Pérez Alfonso advertían acerca de la inversión en la industria y la agricultura del país, en el ahorro para las situaciones imprevistas y no en la burocracia, el despilfarro y la corrupción que hoy tiene utilidades ilimitadas y como un epitafio para la tumba de Ramón Escobar Salom quedó su recomendación de “administrar la riqueza con criterio de escases” El petróleo llegó a precios inimaginables que resultó para Chávez algo así como mono suelto en una cristalería construyendo un Estado paralelo con una administración mafiosa que se refleja en los presupuesto administrados sobre la base del barril de petróleo a 30 dólares y el resto hasta los 164 dólares a que llegara para invertirlo en compras de conciencias nacionales e internacionales, malversándolo sin ningún control lo que constituye el delito común de, robo continuado. Para ello, tiene en el “maletín” de Rafael Ramírez su franquicia para hacer su “robolución” ¡qué difícil comparar al ministro de Minas e Hidrocarburos Arturo Hernández Grisanti con este forajido de Ramírez ¡que arrechera! tenerlo a él, donde se sentaran hombres de verdad, como Juan Pablo Pérez Alfonso, Valentín Hernández, Hugo Pérez la Salvia, Humberto Calderón Berti y el primer presidente de PDVSA, que si era un general con dignidad, Rafael Alfonso Ravard.

“El ahora vienen por mí” Chávez es verdad, tendrá que negociar con el diablo pero tendremos que ir por usted `para que le rinda cuenta a la justicia de sus tropelías como gobernante. Ahora, se trata de una crisis global y del mismísimo interés de los Estados Unidos, que tienen el derecho a buscar alternativas energéticas y porque el petróleo no puede estar al servicio de intereses personales como los de Chávez. Viene entonces la gran crisis y su carga explosiva que buscará en la ingobernabilidad que nos asecha, excusas para finalmente imponer su tiranía. El reto no es para los cobardes de la oposición que, perdió las alcaldías donde ya tenían repartidos los cargos de administradores y jefes de personal para continuar manteniendo a sus clientelas. La convocatoria es para los dirigentes y ciudadanos que deponiendo aptitudes mezquinas y con sentido ético enfrentar al chavismo corrupto con todos los medios legales ¡clatro! ¿Dónde está ese espíritu nacional del qué hablara Hernández Grisanti hoy, para enfrentar ese reto? Es la gran interrogante. Atrás quedara la retrechería de no venderles petróleo a los yanquis ¡ni una gota de petróleo para los yanquis! como suele gritar. Invoquemos entonces el espíritu de nuestro políticos petróleos hoy muertos, por aquello que dijera Nehru “solo donde hay tumbas hay resurrección”.

Jorge Ramos Guerra
ardive@gmail.com

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