miércoles, 10 de febrero de 2010

Picapedrero

La garrapiña:
¡Infamia chavista!

Ecrasons l'infâme
('aplastemos al infame')
Voltaire

El teniente coronel presidente, Hugo Chávez, tiene tal resentimiento, ya hurgado por psiquiatras, que se inicia con el desprendimiento de su padre, por haberlo entregado a la guarda y custodia de la abuela, que quería vivir, tras los ofrecimientos del bandolero “Maisanta” como vive ahora su familia. En todo caso, en el curso de aquella vivencia, la ausencia paternal fue suplida por Luis Miquilena y cual drama de Edipo, hoy es Fidel Castro, con la seguridad de que Raúl su hermano, no se echara esa vaina. En esa travesía paternal insulta, agrede e intimida, haciéndose sensible a la crítica, porque a él, hay que respetarlo, lo que acresenta sus odios, sobre todo al humor, que hoy le llama “Esteban” no descubierto, pero si divulgado por Laureano Márquez, a quien le persigue y le imputa, porque ya es común llamarle”Esteban” o “tas ponchao” “Bate quebrado” como le dicen los estudiantes.

Ante esa situación, Chávez, adquirió un “garrapiña” instrumento de la antigua Inquisición española en el siglo XV, con puntas afiladas, pinchos y púas, para desgarrar, la tráquea y arrancarle el pellejo, descerebrando a los estudiantes que tienen el coraje y la dignidad juvenil, de no andar como sus sobrinos, de Orchila en Orchila, escoltados hasta de sus sombras, sino exigiendo respeto a la Constitución de la República, dispuesto a no dejarse gobernar por una pandilla de militares corruptos, banqueros y empresarios corruptos, políticos enriquecidos de su colaboracionista oposición y de la fragilidad de unos venezolanos que, piensan con el estomago y no, con la razón ciudadana, de una Venezuela que ha parido hombres y mujeres, para darnos una nación y no un prostíbulo como el que lucimos ahora. En ese drama shaspereano, vamos hacia el abismo y sostengo que prefiero llegar a él, pero no ver en el poder a los “politipillos” que ante la necesidad de salir del mismo, no les importa con quien sea, para continuar el saqueo al país, olvidando sus pasados y como carroñas hambrientas, se desayunan en la misma mesa.

“La garrapiña” que usa la milicia geriátrica chavista, contra los estudiantes, infiltrada en la Guardia Nacional (como si no tuvieran hijos o nietos) fueron los “cepos y grillos” que el sátrapa de Juan Vicente Gómez puso a sus presos, en el Castillo Libertador y la “Rotunda” a nuestro Pío Tamayo, el tocuyano socialista, cuya sepultura se hunde en el Tocuyo, mientras se enriquecen los Chávez burgueses. Pues bien, a la muerte del dictador, fue Andrés Eloy Blanco quien votara al mar aquellos instrumentos de tortura y en su poema “Pesadilla con tambor” nos cuenta el horror del gomecismo: /Grillos. Grillos. Grillos. La Rotunda en el Castillo. /Los desterrados/Los torturados/Los degollados/Los Consulados/ Hoy decimos nosotros: /¡0h! Torquemada/ Chávez se superó/ y garapiña en mano/ quiere ver sangre estudiantil/ ¡Tas ponchao bate quebrao/ Papita, maní,tostón/
Venezuela y su muchachada, la que sueña una sociedad mejor, no se merece la realidad que vivimos, que viviremos, porque estamos en Carnaval y viene la Semana Santa. La clientelita política no recibirá la harina pan, el pago del recibo de luz, tampoco la tarjetica para el celular, es posible entonces, que vivamos la tragedia a la que nos lleva Chávez, pero que no la dicen los aspirante a ser diputados, que llevan en mente, aprobar una Ley de Amnistía ¡qué bueno! para la libertad, de los Comisarios de la Metropolitana presos injustamente ¡Ah pero para que regresen los gobernadores corruptos y los banqueros ¡ah! los banqueros que tendrían su diputado por el estado Lara, que se cree el ungido y a fuerza de dinero se quiere imponer, como se impuso, el sindicalista del empresariado privado a lo que me pregunto ¿De esa forma saldemos de Chávez y de la crisis, más que política, social y económica, moral? no de ahora, para 1840 el liberal Tomas Lander acuño una terrible frase: “Somos una sociedad de cómplices.” Y continuamos siéndolo

De allí, que me resista a salir de Chávez, si no hay un proyecto de país que no veo por ningún lado. Los que hubo, están sepultados y no conviene revivirlos. En Acción Democrática, le tiemblan al fantasma de Rómulo Betancourt, como en la Confederación de Trabajadores de Venezuela a Francisco Olivo o José Vargas. Estamos entrampados, todos somos ladrones y culpables de la tragedia que ¡Dios nos agarre confesados! Habrá que esperar el fatal desenlace, para aprender a vivir en una democracia decente y no esta infamia.

Al respecto, fueron los romanos, en tiempos de la decadencia de su Imperio, los que le dieron legalidad a la “Infamia”, definida como una “transgresión a la moral” hoy divisa chavista, “ladrones, asesinos,” que conviven entre la delincuencia común y la policía, “perjuros, guardianes negligentes” atrincherados en la Fiscalía de la República y su Tribunal Supremo de Justica, negociados con el aval de Acción Democrática y de su impuesto aspirante a diputado. Aquellos delitos y conductas eran infamantes, por lo tanto Chávez, en un infame y como tal, deberá ser juzgado, junto a su pandilla y ese, es el temor de su familia y de los testaferros, que imponen candidatos a diputados, con capacidad de negociar mañana el perdón.

En nuestra América, fue Jorge Luis Borges y no los infamas de los Kirchner, tan chulos como los cubanos castristas, quien escribiera la “Historia Universal de la Infamia” en cortos relatos, de donde extraemos como ejemplo, el del “Redentor” Lazarus Moeell típico vagabundo que despreciaba a los negros y que predicando la biblia, cometía sus fechorías. Moraleja, el chavismo compitiendo con la delincuencia. Pues bien, valdría la pena escribir la historia de la infamia en Venezuela y enseñarla en las escuelas para ver si aprendemos.

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