sábado, 1 de marzo de 2008

Picapedrero


Manuel Vicente Ledezma
Honradez, trabajo, responsabilidad

El 11 de abril de 1969, Manuel Vicente Ledezma puso fin a su carrera política, renunciando al Partido Revolucionario de Integración Nacionalista (PRIN) y en su carta renuncia declara que: “me mantendré fiel a mis principios de hombre democrático y nacionalista”. Como buena parte de su generación, la política le había atraído desde muy joven como un deber ante el ciclo de regímenes autoritarios y corruptos que padecía Venezuela y una necesidad ciudadana y estudiantil que se inició en el liceo “Lisandro Alvarado” de Barquisimeto.

Manuel Vicente Ledezma se había formado en la Asociación Juvenil Venezolana (AJV) donde se incorporaban los jóvenes que, ansiosos por un régimen de libertades y de derecho y del ejemplo de la generación universitaria que el año 1928 se enfrentara a la dictadura de Juan Vicente Gómez, buscarían especio en el recién fundado partido Acción Democrática. Desde esa organización, Manuel Vicente Ledezma forjaría su vocación de servicio público y un discurso suyo en la Universidad Central de Venezuela, “El Derecho y la Fuerza” lo llevaría a la cárcel de la dictadura que encabezaba Marcos Pérez Jiménez. Si la dictadura le templó el amor a la patria, la democracia posteriormente le brindaría la oportunidad para servirle, con la formación obtenida en las luchas y el estudio de la problemática nacional desde la posición de diputado, presidente de esa Cámara y Contralor General de la República.

Con el tiempo la firmeza de los ideales y los mismos avatares de la política alejarían de Acción Democrática, a toda una generación de intelectuales y luchadores, bajo el liderazgo de Raúl Ramos Giménez, donde se contaba Manuel Vicente Ledezma, a ellos se les etiquetó como grupo ARS, empresa publicitaria cuya slogan decía “déjenos pensar por usted,” se les llamó también “los picos de plata” por las cualidades oratoria de los mismo. Lo cierto fue, que si Acción Democrática perdió su juventud con la expulsión de los jóvenes agrupados posteriormente en el MIR, con los “arsistas” un liderazgo intermedio a la generación fundadora de la organización, que se había capacitado para gobernar de acuerdo a los dictámenes doctrinarios del partido, la siguiente división (MEP) es harina de otro costal.

Lo que no se imaginó Manuel Vicente Ledezma, es que a pocos días de su renuncia a la actividad política de calle, es que le esperaba la Contraloría General de la República, desde donde fiscalizaría la administración pública e impondría tales controles que años después se le reconocerían sus esfuerzos bautizándose con su nombre, una Cátedra de Control Fiscal ¿Cómo llegó a ese cargo, quien no lo buscaba? Veamos.

El año 1969, se iniciaba en Venezuela con ofertas política de “Cambio”, el social cristiano Rafael Caldera había obtenido un triunfo electoral realmente precario, escasos 30.000 votos, que pudieron haberse revisado fueron reconocidos por su inmediato contendor Gonzalo Barrios, porque lo más lo importante en ese momento era la estabilidad de la democracia aún amenazada. Unos de esos cambios fue la llamada “Política de Pacificación” que beneficiaba a ex guerrilleros, dirigentes comunistas de la talla de Pompeyo Márquez, Guillermo García Ponce y Teodoro Petkcoff puestos en libertad, mientras tanto los Estados Unidos le aplicaban a Venezuela una política de restricción petrolera de tal magnitud que movilizó al país político en protesta por la discriminación, antes ya aplicada durante el gobierno de Rómulo Betancourt, que merecieron no solo respuesta contundentes en defensa de la industria nacional, sino que permitiría la creación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) como freno a las pretensiones norteamericanas de fijar precios y volúmenes a la exportación del crudo

En ese escenario político nacional, la composición parlamentaria no beneficiaba al gobierno de Rafael Caldera, con lo cual, a la hora de escogerse al Contralor General de la República fue necesario 8 sesiones del Congreso Nacional en sesión conjunta de sus senadores y diputados para que en una novena escogieran por unanimidad a Manuel Vicente Ledezma, solo los diputados pérezjimenista, le negaron sus votos, más no el respeto y admiración hacia su persona quien una vez electo expuso: --Yo estoy convencido que las única credenciales para actuar en un cargo público deben ser la honradez y el trabajo--…Ello resume la ética pública y privada de Manuel Vicente Ledezma tan devaluada en nuestro tiempo, que no se adquiere en seminarios o pos grados sino en la familia, estudios y la experiencia que debe dejar una estela de transparencia en los actos humanos para ello hay que estar seguro de sí mismo y expresarlo como línea de conducta: …”pondré por delante toda mi responsabilidad y toda mi honradez, que afortunadamente siempre han sido mis únicas riqueza, para darlo todo por mi nombre”—declaró al ser electo, constituyendo una divisa en Manuel Vicente Ledezma que no se labra con el ¿Cuánto hay para eso? 0 ¡A mí que pongan donde aiga! “Responsabilidad, honradez y “mi nombre” bien pudiera identificar su tumba para el análisis e interpretación de un modo de actuar en la vida y servirle a la patria y a la sociedad.

Vistas las cosas así, es triste preguntarse ¿Dónde están los Manuel Vicente Ledezma? pero las realidades políticas del país no engañan y se debe actuar pronto, dándole vida al pensamiento, ideas, obras, valores e ideales de nuestros ilustres muertos.

Jorge Ramos Guerra
ardive@gmail.com

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