miércoles, 13 de mayo de 2009

Picapedrero

Con quien estamos
y contra quien estamos

Para el año 1932, Rómulo Betancourt tenía 24 años. Había sobrevivido la cárcel del sátrapa militarista y corrupto de Juan Vicente Gómez, escribió entonces, el aún inédito ensayo político de la Venezuela del siglo XX, en el que analiza, con el más riguroso método marxista, de la dialéctica y el materialismo histórico, arribando a vigentes realidades 77 años después. De allí, deberíamos partir, para la redefinición de la política venezolana del siglo XXI. En ese sentido, me declaro adversario de esa especie de paella de mariscos con caraotas negras, que es la oposición, quien se obliga amarse sin quererse, en nombre de una patulequera unidad, donde la burguesía y grandes comerciantes, banqueros, industriales de la educación y salud (no todos) como les clasificara Rómulo Betancourt, hacen de las suyas, ahora con partidos a sus servicios para salir del presidente Chávez y su proyecto autocráticos, militarista y corrompido, para hacerse igual o peor del poder, así de sencillo ¿Y es mentira? ¿Qué organización política venezolana, es ideológica y socialmente contraria al chavismo? Se requiere por tanto, a tenor del pensamiento de Betancourt, definir “Con quien estamos y contra quien estamos” La primera verdad de Betancourt, 77 años después, es la misma: “nuestra escena política ha sido siempre uniforme…un bruto con la banda presidencial…guapos de segunda categoría y cita al escritor peruano González Prada quien afirmara que, “la presidencia de la República ha sido el último grado de la carrera militar”. A ello Betancourt agregaba a la “clase apolítica” y capitalista que “ha compartido con el caudillaje de espuelas la explotación del país” Frente a ello, Rómulo Betancourt propuso una “alianza de clases” (a) para enfrentar “la burguesía imperialista internacional, mediatizadora de nuestra economía y su aliada nativa, la clase nacional de latifundista y de grandes señores del comercio y de la industria y (b) el caudillaje militar.

Como se podrá apreciar, a 77 años de aquel análisis, esos estamentos están científica y tecnológicamente vigorosos. El narcoterrorismo, lavado de dólares, comercio ilícito y corrupción, engrosan la fuerza de muchos de esa corte mafiosa de intereses, por encima de la mayoría de venezolanos y venezolanas, propietarios de una inmensa riqueza petrolera que no le vale de nada, a la hora de alimentarse, educarse y atender su salud. De acuerdo a un trabajo publicado en el diario “El Universal” (Joseph Poliszuk 10.05.09) con lo robado en tiempos de la “robolución chavista” al erario público, solamente en, las gobernaciones de Miranda, Táchira, Carabobo y las alcaldías de Maracaibo, Sucre y Caracas “pudo financiarse otra línea como la 4 del metro de Caracas, seis hospitales como el cardiológico infantil de Montalván y nueve viaductos como el de la autopista Caracas,-la Guaira. Pero estas cosas no pasan por el análisis de la oposición, de allí mi tesis de que, si el gobierno chavista se financia con dineros públicos blindado con la impunidad del contralor “rufián,” también del narcoterrorismo, este por igual, financia a la oposición, salvo prueba en contrario y me remito al dineral que consumen en campañas electorales sin conocerse sus estados de cuenta.

Está en juego la libertad que tanta sangre ha costado y con ello la democracia que permite serlo “social, de justicia y de derecho” lo que permite un Estado fuerte y una sociedad de “corresponsabilidades” para el “mayor bienestar posible” como lo expusiera Bolívar, en el Congreso de Angostura. Un estado que intervenga de buena fe en todos los sectores. No bajo la figura de un interventor resentido y corrupto como ahora, sino como rector de las política pública en la sociedad de un país en vías de desarrollo, que más produce corruptos y delincuentes que profesionales, pero que también tiene millones de jóvenes que desean, deben heredar un país prospero y en libertad. No puede por tanto existir una economía de mercado, explotadores y especuladores y su dirigencia política corrompida o lo que es igual, a la Venezuela de 1840, que conoció el liberal Tomas Lander: “una sociedad de cómplices”.

Es preciso irse al pensamiento de Rómulo Betancourt, que trazara un proyecto de país, porque el programa a ejecutar está en la Constitución de 1999, soñada por Chávez Frías, antes que sus resentimientos desarrollaran esa personalidad sociopática que es, de acuerdo a los innumerables estudios psicológicos y psiquiátricos elaborados, llevando al país a una peligrosa tragedia que no tiene razón de ser, pero que no va a poderse evitar, porque los chavistas corrompidos están dispuesto a matar con la “milicia bolivariana” a quien se interponga en sus corruptelas, salvo que algunos factores de la oposición negocien un perdón, que no tendría perdón.

Hay que ir al pueblo, a sus desempleados, trabajadores en general, formales e informales, profesionales, amas de casa, hombres y mujeres del campo, del comercio e industria, a los hombres y mujeres progresistas y a los jóvenes a plantearles un proyecto de país, una Venezuela posible, porque lo escrito por Rómulo Betancourt hace 77 años está vigente: “Venezuela está hoy sobre un vértice de historia semejante al de 1810. La soberanía no existe en ella, y por definición, pueblo sin soberanía no es libre” y a ello agregamos las conclusiones del último sondeo de la encuestadora DATANALISIS, para quien, “…el venezolano no siente el miedo real, no siente que esté en peligro su libertad. Sostiene que, aunque Chávez se ha radicalizado desde el 15 de febrero, su popularidad no proviene de esta radicalización, sino que debe entenderse que los números de aprobación son "a pesar" de sus acciones. Dice que, la aceptación de Chávez se mantiene en 59% por el reparto de la renta aún en tiempos de crisis, por el conocimiento que tiene del ADN del venezolano para emitir discursos que los conectan y por la ausencia "estrambótica de alternativas y actos heroicos". Finalmente recuerda que, Chávez se mantiene constante, lo que le permite actuar en dos direcciones: 1) Validar las acciones radicales relevantes para la revolución como el debilitamiento del poder regional, las expropiaciones y la minimización del adversario. 2) Validar la ideología de la revolución atacando al capitalismo, popularizando la oferta socialista y buscando entre la oposición, los empresarios y el imperio los chivos expiatorios para los fracasos de su gobierno. Frente a todo ello debemos redefinir la lucha política

Jorge Ramos Guerra
ardive@gmail.com

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