miércoles, 4 de febrero de 2009

Picapedrero

La generación chavista
¿Y las demás?

El mundo entero es un teatro y todos los hombres y las mujeres no más que actores de él: hacen su entada y salidas, y los actos de la obra son siete edades” Shaquespeare

Hoy 4 de febrero, se cumplen 17 años del frustrado golpe militar del teniente coronel Hugo Chávez Frías, contra el legitimo gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez, entre cuyos objetivo estuvo asesinarle y fusilar a un centenar de ciudadanos. El detonante de la conspiración fue, los altos índices de corrupción en el estamento político y militar. El país estaba gangrenado y de ello estaban consencientes los líderes fundamentales de Acción Democrática, agotada programáticamente y corrompida su dirigencia, mientras el partido Copei agonizaba por obra y gracia de su fundador Rafael Caldera. Desde 1958 hasta 1992, ambas organizaciones política se habían turnado en el poder por voluntad popular y en el marco constitucional de la “alternabilidad política”. Durante treinta y cuatro años, diez de ellos fueron conducidos por los presidentes, Rómulo Betancourt y Raúl Leoni de la llamada generación de 1928. De 1969 a 1974 gobernó el doctor Rafael Caldera, candidato presidencial los años, 1945, 1953, 1958, 1968, 1983 y 1993. Entre 1974 y 1992 fueron presidentes, Carlos Andrés Pérez, Luis Herrera Campins y Jaime Lusinchi de la generación de 1945, pero a partir de 1958, surgiría una generación de jóvenes formados intelectualmente en la lucha contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, pero también. AD tuvo a Américo Martín, Héctor Pérez Marcano, Humberto Celli, entre otros. El partido Comunista a Teodoro Petkoff, URD, a Alirio Ugarte Pelayo y Copei a, Eduardo Fernández, Oswaldo Alvarez Paz, Abdón Vivas Terán, todos victimas de incomprensiones, otros de la ambiciones desmedida sumada a la fatal experiencia de las reelecciones, diez años después de haberse ejercido la presidencia de la República.

Las precedentes consideraciones nos puede dar una idea de las consecuencia de cerrarle el paso al necesario relevo generacional que, política y sociológicamente fortalecen al sistema democrático, porque en los regímenes autócratas, dictatoriales o totalitarios el “Jefe” “Caudillo” o “General,” no solo pretenden morirse en el poder como Juan Vicente Gómez, sino dejarlo en manos de familiares. El “caudillo” Luis Alfaro Ucero, al adueñarse de AD lo fue, llevándose por delante a la generación que lideraban Héctor Alonso López, Claudio Fermín y Antonio Ledezma. Pues bien, la impaciencia de unos, el conformismo de otros, la frustración y la impotencia finalmente parieron en medio de todo ello, a la generación militar de 1982, bajo el liderazgo de Hugo Chávez Frías y quien guiado por Luis MIquilena y José Vicente Rangel, de generaciones frustradas le llevaron democráticamente al poder donde está, desde 1999 hasta 2012, pero dispuesto a permanecer en él, hasta su senilidad. Le acompañan, oficiales retirados después de su fracasado intento golpista de 1992, por cuanto aquellos que alcanzaron el generalato se desprendieron de él, al darse cuenta de su propósito autócrata, corrompido, personalista, aliado a la guerrilla narcoterrorista de Colombia y de otros movimientos similares y fundamentalista con los cuales inmola a toda una generación ya de por si corrompida, pero que al pretender reelegirse continuamente junto a una casta militarista en cargos de gobernadores, alcaldes y diputados nacionales y regionales, castraría a otras generaciones de venezolanos con impredecibles consecuencias.

El tema generacional es antiguo, por tratarse de la sucesión del hombre en el acontecer de su vida, de allí la ubicación de los estudiosos del tema en la sociología y en todo proceso ciclo histórico. Hall Mannheim y José Ortega y Gasset son precursores de lo que llama el doctor Arcadio Sánchez Rodríguez “ciclos vítales de personas, familias y sociedades”. El escritor larense Hermann Garmendia al analizar a la generación pre -independentista de 1810, considera que hubo “coexistencia”, “coincidencias y polémicas entre los jóvenes de aquel tiempo” con “·un ímpetu de innovación y un impacto critico y demoledor contra el sistema de convicciones pretéritas para sustituirlas con nueva tabal de valores” ¿Y sobre qué objetivo nos preguntamos? ¡La Independencia de Venezuela! Igual conducta fue asumida por los universitario de 1928, contra la dictadura de Gómez y por los estudiantes de 1957 frente al el régimen de Pérez Jiménez ¿y por qué no también, la generación de civiles y militares liderada por Hugo Chávez, que se constituyeron el año de 1982, cuando comenzó la debacle de los partidos políticos y la corrupción campeaban en medio de una “sociedad de cómplice” como llamó el liberal Tomas Lander, a la Venezuela de mediados del siglo XIX? Y es que, en la década de los 70 y 80 tuvimos una generación “mayamera” “frívola” “para é bola” ¿Es mentira? Una juventud abandonada a la vera de Dios, fue el derrumbe entonces de los Centros Estudiantiles, ante sala de la participación ciudadana, de tanta fogosidad en otros tiempos.

Al respecto, el siglo XXI es el despertar de otra generación. La que entiende que solo en Libertad, puede alcanzar su desarrollo integral por encima de todo. La que comprende que, debe prepararse para exigir un mejor modo de vida, que debe aportar y no ser un parasito de la sociedad a la cual debe integrase y servir con criterio ético, frente a la corrupción y del narcotráfico, dos factores estratégicamente manejados por algunos para alcanzar el poder. Esa nueva generación es la que, se ha parado frente Chávez, porque precisamente fue su generación, la que nació como una esperanza ante la corrupción e injusticia, exclusión y desidia de los últimos gobiernos democráticos, hoy la más corrompida de toda la vida republicana de Venezuela y representados en los hermanos de Chávez, los Antonini, los Cabellos, los Chacones o los Ramírez que llenan maletines con dólares para la guerrilla narcotraficante de Colombia o para los militares corruptos de Bolivia, Ecuador y para ese forajido y sádico de Daniel Ortega en Nicaragua. Esa es la generación de Hugo Chávez Frías, a la que hay que enfrentar, porque no tiene razones para cercenarle el derecho de actuar a las venideras, sin olvidarnos, claro debe estar, de las generaciones traidoras, las oportunistas o las también corrompida de aquellos jóvenes gobernadores de estado como el “burro” Martínez en Monagas que, impusieron al “caudillo Alfaro Ucero como candidato presidencial de Acción Democrática y salieron después corriendo a respaldar al conservador Salas Römer, porque le temían a Chávez con quien luego negociaron sus salvaciones. ¡A la lucha política entonces muchachos! A rescatar lo se pueda de los partidos, refundarlo o fundarlos, porque el pleito no termina hasta que, Chávez juegue con la Constitución y se termine de burlar del pueblo.
Jorge ramos Guerra
ardive@gmail.com

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